Honey ▪ Pie

-Pudimos haber compartido tantas cosas similares- decía sentándose a mi lado, en mi cama, me miraba directamente a los ojos, me sentía como en esa novela “Lolita” donde el escritor se siente atraído por esa rareza resultante de la ternura y la sensualidad de una mujer, que en su caso jodido, era una niña comparada con él... Stuart me miraba de una manera que me hacía sentir extraña, aún más de lo que ya me sentía, la ternura, la intriga y la timidez se asomaban entre sus pestañas y se expandían por sus pupilas. Me levanté de su lado, me quité mi chaqueta de mezclilla y la puse en el respaldo de la silla donde me encontraba poco tiempo antes, fisgonee una vez más entre los pequeños rincones de su habitación y me encontré con un discreto tocadiscos. -¿Puedo?- pregunté señalándolo, él asintió, lo encendí y me sorprendió escuchar a Edith Piaf. –No sabía que te gustaba- -Tengo este muy común crush con lo francés, especialmente las chicas francesas- hice una mueca pícara y él ri...

-¿Te arrepientes? -No del todo, hay cosas que inevitablemente deben ser experimentadas... Tan extraña como esa plática, era mi sensación sobre el tema frente a Stuart, de pronto recordé que seguíamos siendo Alison Brand y Stuart Sutcliffe, los amigos de John, Paul y George, sujetos con los cuales me vi involucrada... algunos más que con otros; me senté lentamente y mirando hacia el suelo en una de las sillas que Stuart tenía en su habitación, me sentía incómoda, especialmente porque vino a mí la idea de que si ellos se contaban todo, lo más seguro era que él ya habría tenido una reseña de mis actos pasionales con John y George, lo que curiosamente, no me hizo sentir nada orgullosa frente a él. -¿Qué pasa?- preguntó notando mi semblante -No es nada... -Parece que sí, ¿dije algo malo? -No...- mi mirada continuaba clavada en el suelo, hasta ese momento fui consciente de mis actos, no me ruborizaban los hechos, sino las percepciones resultantes de ellos, parecía una chi...

-¿Puedo preguntar a qué se debe el mote? -¿Recuerdas aquella noche en que quedamos atrapados en la capilla del cementerio? Mientras me decías no sé qué tantas cosas yo te observaba con detenimiento, no sé si era por el frío o el claro de luna pero parecías fantasma debido a la palidez de tu piel. -Ahora entiendo... -Deberías dar gracias, pudo haber sido peor, pude llamarte fantasmín o algo parecido -Creo que Paliducho es un poco más decente -Me siento rara, es como si no fuera yo cuando estoy contigo... o al menos la “Yo” convencional, se me pegan tus moditos- yo solté una carcajada, porque estaba en lo cierto, no estaba siendo la típica “ella” y porque aquello de los “moditos” fue gracioso. -Es que la tú convencional me estaría insultando y haciendo enojar, creo que la estamos pasando bien como para invocar tu lado no deseado- ella sonrió, se quedó unos instantes en silencio. -¿Y no piensas mostrarme la carta? -Oh cierto. Subamos- nos dirigimos a la planta alta do...

-Esto es raro, rarísimo ¿No lo crees?... -Demasiado, se siente como si no nos hubiésemos visto antes ¿No te lo parece? -Sí, es exactamente así como me siento, quizá se deba a tanta amabilidad de nuestra parte- continuó riendo -Probablemente es cuestión de minutos para que pronto nos sintamos normales, de nuevo -Deberías soltarme uno de tus habituales y ya añorados insultos- contestó riendo fuerte y yo bajé un poco la mirada y un par de “ja ja” salieron de mi garganta. -Ya te dije que lo siento -Era broma, paliducho -¿Quieres comer algo? -¿Cocinas? -No pero preparé sándwiches, distintos guisos, pastas más que nada son lo que rellenan aquellos juegos de pan.- agregué frotando mi nuca con la palma de mi mano -Pasta y pan en un abrir y cerrar de boca... genial- la llevé al patio trasero y ella se detuvo un instante, observó un poco sorprendida el patio y la madera en blanco, le señalé el rumbo de la mesa, le cedí el asiento y fui por la comida y las bebidas, post...

-Demonios, no debería estar tan nervioso- el timbre sonó de nueva cuenta y respiré hondo, abrí y ahí estaba. Curvó sus labios delatando una sonrisa amigable, dio dos pasos hacia adelante y me saludó. -Hola Stuart- dijo en una voz un poco traviesa, yo sonreí entendiendo que le parecía divertida aquella cordialidad entre ambos que aún parecía forzada... -Hola Alison, pasa- Ella entró y comenzó a observar mi vieja y rechinante casa de tres pisos, heredada por los ancestros de la dinastía Sutcliffe; nos dirigimos hacia la sala y ella seguía observando con cierta curiosidad mientras el silencio era interrumpido por el rechinido que provocaban nuestros pasos en el suelo de madera que era cubierto por tapetes. Yo aprovechaba su exploración visual para hacer la propia... ella vestía de una manera en que no había visto a otra chica vestir; vestido oscuro aterciopelado, manga larga/cintura alta... a mi madre le oí llamarle “tipo imperio” o imperial, para el caso la idea era la misma...

Metí bebidas a la nevera, postres (porque Alison amaba los dulces) y preparé emparedados con distintos rellenos. Puse un pequeño florero en la mesa del jardín y en él acomodé flores que parecían minimalistas, de diversos colores y muy bonitas, pensé que a Alison podrían gustarle. -Entonces ¿de cuánto estamos hablando?- preguntaba mi hermana haciendo un ademán de pago -No lo sé, prometo que mañana te pago -Me conformo con que me invites unas entradas al cine -Hecho -Ella sonrió y salió porque iría con mi madre y mis hermanas a visitar a papá, quien estaba en Londres por su trabajo, allá estarían todo el fin de semana. Cuando miré a mi abuelo, éste me miraba y reía bajo. -¿Y tú qué traes? -¿Yo? Más bien tú... ¿quién es la chica? -¿La chica? Pero... -Hijo hice lo mismo alguna vez por tu abuela... además hoy te peinaste y has usado esa colonia irlandesa que tanto le gusta a tu padre.- Contestó riéndose, yo estaba un poco avergonzado, pero le daba el merito por agua...

-Aunque aún tengo sentimientos fuertes por ella -Te creo, en el fondo y pese a los errores cometidos, sé que la amaste... creo que aún la quieres demasiado, pero te noto más consciente de lo que hablas... y eso es demasiado- dijo riéndose -No me molestes, que en dado caso estamos en las mismas -Supongo que sí, orejón. Creo que lo mejor será darle su tiempo, al menos para saber si ella quiere volver a ser nuestra amiga en el modo en que lo era antes. -Creo que sí...- no me sentía del todo convencido de sólo querer ser su amigo, pero sentía que todo estaba vuelto un lío y no debía empeorar las cosas. Después de la breve charla me invitó a tocar un poco la guitarra y tomar unas cuantas cervezas. Eran las tres de la tarde, estaba recostado en el sofá viendo la televisión, estaba tan abstraído que había olvidado que Alison vendría en pocas horas, me levanté casi de un brinco, apagué el televisor y comencé a arreglar la sala. -¿Y a ti qué te pasa?- preguntó una de mis herma...

-¿Por qué saliste con Alison anoche? No se supone que... -Ah ya entendí... entonces a esto se refería Alison con sus advertencias -¿Qué? -No soy tan imbécil Emma, yo no te intereso, sólo querías joder a Alison, me di cuenta ayer.- Lo siguiente que hizo fue ruborizarse y salir colérica de mi patio... Hasta ese momento me di el tiempo de pensar lo rápido que habían sucedido ciertas cosas, irónicamente, después de tanto tiempo de espera y hago referencia a Alison. John y yo tuvimos en cierta medida lo que queríamos, la atención de Alison, aunque de los dos yo fui quien arruinó las cosas por querer jugar al Casanova con una rubia caprichosa; tenía en mente buscar a Baby para poder hablar sobre todo lo acontecido y saber si ella aún tenía algún sentimiento bueno hacia mí, no es que esperase que me amara, pero probablemente podríamos rescatar algo que ambos decidimos arruinar. Como este era un asunto de tres personas, visité a John al medio día para hablar con él al...